11 de marzo de 2011

Emprende el camino del espíritu

 

Son muy diversas las emociones que pueden impulsar el corazón del hombre a emprender el camino de la espiritualidad. El motivo puede ser “noble” (como la fe, el amor al prójimo o la caridad ), pero también puede reducirse a un capricho, como el miedo a la soledad, la curiosidad, o el temor a la muerte.

Nada de eso importa. El verdadero camino espiritual es más fuerte que las razones que nos condujeron a él, y poco a poco acaba imponiéndose, con amor, disciplina y dignidad. Llega un momento en el que miramos atrás, recordamos el inicio de nuestra jornada, y nos reímos de nosotros mismos en aquel entonces. En definitiva, fuimos capaces de crecer, a pesar de la banalidad de los motivos iniciales que nos llevaron al camino.

Pero, ¿cómo saber si estamos recorriendo este camino con amor y dignidad? Sencillamente, estando plenamente atentos a las señales que Dios nos envía:

Dios suele emplear la soledad para enseñarnos algo acerca de la convivencia.
A veces usa la rabia para que podamos comprender el infinito valor de la paz. Otras veces, con el tedio quiere mostrarnos la importancia de dejarse llevar por la aventura.

Dios suele emplear el silencio para enseñarnos algo acerca de la responsabilidad de lo que decimos. A veces usa el cansancio para que podamos comprender el valor del despertar. En otras ocasiones, con la enfermedad quiere mostrarnos la importancia de tener buena salud.

Dios suele emplear el fuego para enseñarnos algo acerca del agua. A veces usa la tierra para que podamos comprender el valor del aire. En otras ocasiones, con la muerte quiere mostrarnos la importancia de la vida.

No solemos dar valor a lo que hacemos todos los días, pero esto es lo que transforma el mundo que nos rodea. Pensamos que la fe es un trabajo de gigantes, pero si leemos algunas páginas de la biografía de cualquier santo, nos daremos cuenta de que era una persona absolutamente común, con la particularidad de que decidió firmemente dividir con los demás lo mejor de sí mismo. Por eso, continúa con lo que haces, pero intenta poner amor en cada gesto: esto bastará para organizar tu búsqueda espiritual. Mientras no hagas mal a nadie, cambia de opinión de vez en cuando, y no te avergüences por contradecirte: estás en tu derecho. No importa lo que piensen los demás, porque lo pensarán de todas formas.


Paulo Coelho

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