23 de mayo de 2011

Existen...

Existen cinco cosas en la vida que no se recuperan:

Una piedra después de haber sido lanzada;

Una palabra, después de haber sido proferida;

Una oportunidad, después de haberse perdido;

El tiempo, después de haber pasado.

El amor por el que no se lucha"

17 de mayo de 2011

Rebaño de ovejas



Publicado por: César Páez González | Martes 18 Enero 2011

Al borde.


Lo dijo el científico Albert Einstein y es una frase que obliga a uno a pensar un poco: "Para ser miembro irreprochable de un rebaño de ovejas, primero hay que ser oveja". No admite discusión, a no ser que quiera ser del rebaño una cabra influyente, que quiera cambiar los estatutos.


También podría darse el caso de que se trate de una oveja de verdad, pero negra, y allí comienzan los problemas raciales o los preconceptos de alguien que se sale de las normas concebidas.


También se podría inventar algún recurso burocrático que diga que, para pertenecer a tal o cual rebaño, tiene que tener carnet habilitante.


Si se diera una credencial de oveja, hasta usted podría tener una y pasar por tal. Hasta podría ser un lobo e ingresar tranquilamente al corral. No resulta extraño entonces que haya una alerta roja en el rebaño por un lobo que se hace pasar por oveja sólo porque tiene un documento habilitante y quiere cambiar los estatutos.


No basta que uno, para ser oveja, tenga, digamos, que tener forma o aspecto de oveja. Basta que quiera pertenecer al rebaño. Para ello se podría habilitar una oficina para la inscripción, que incluya una pequeña clase magistral sobre cómo balar y consejos sobre en qué circunstancias es necesario callar para preservar la especie.


Es decir, que tendremos un grupo variopinto de animales que se hacen pasar por ovejas, sólo por decreto y porque llenaron el formulario. Hay que andar con cuidado, porque después va a ser muy difícil clasificarlos.


En la sociedad ocurre lo mismo, hay gente que quiere ser, o aparentar ser de tal rebaño o grupo social, y acorta camino para lograrlo, mediante recursos de toda índole. Primero insiste, si no lo dejan entrar busca algunos amigos influyentes, a otros los compra, y todos comienzan a hacer lobby para que el interesado ingrese al rebaño... de lo que sea.


Por eso el mundo anda como anda, mezclado y sin códigos. Esto pasa en la ética cotidiana, en la particular forma de comportarnos, pongamos por ejemplo en la ciudad, evitando las normas de lo que un rebaño exige: usar casco, no conducir en estado de ebriedad, respetar el semáforo, cuidar los derechos intelectuales evitando la piratería.


Y no falta quien diga, "pero si todo el mundo lo hace ¿yo voy a ser el único desubicado?" Excusas de todo calibre para eludir responsabilidades.


Hablo del rebaño de políticos, de hinchas de fútbol, de intelectuales, de artistas claqueros, de sindicatos de lo que sea, hasta de los códigos de los que viven en la calle. Todos poniendo sus trampas para pertenecer a tal o cual manada.


Pero resulta que al rebaño de la sociedad pertenecemos todos, nos guste o no, y debemos respetar los códigos. De lo contrario, sucede lo que está sucediendo en la realidad que estamos viviendo, que es esa línea continua de contravenciones. De prometer y no cumplir, de evitar las normas de seguridad, de ser propensos a los excesos, de fomentar la violencia, de reírnos de las buenas costumbres y en síntesis: no respetar.


Si usted no es oveja y quiere pertenecer al rebaño de dicha especie, haga por lo menos un esfuerzo de parecerse un poco. O inventemos una frase aleatoria. "Para ser miembro irreprochable de la humanidad, primero hay que ser humano". Dejo el tema porque se me está enredando un poco y ése es el peligro al que uno se expone en esta columna... siempre al borde.



Dedicado a mi amigo Manulondra, que me recordó la compleja frase de Albert Einstein.

16 de mayo de 2011

Un día por otro

Viendo sus barbas ya muy crecidas, Tirso de la Avellaneda decidió dedicar una visita al barbero. Debido a su extrema sencillez en el vestir, el dueño de la barbería lo catalogó de inmediato de pobre infeliz por lo cual consideró que no era necesario dedicar mucho tiempo a su afeitado. Así que le encargó al aprendiz que se ocupase de aquel cliente, que demostraba claramente con su aspecto su baja categoría, y que terminase el servicio tan pronto como le fuera posible.
Obedeciendo el aprendiz las indicaciones de su amo, señaló a Tirso de la Avellaneda un asiento, pasó por su barba unos escasos brochazos con jabón de afeitar seguidos de unas cuantas pasadas de navaja, tal vez igual de escasas.
___Listo, señor!___le dijo el aprendiz, limpiando la navaja.
Tirso de la Avellaneda preguntó el precio del servicio y al saberlo pagó el doble, algo que sorprendió mucho tanto al barbero como a su aprendiz. Jamás habrían imaginado esta reacción de aquel cliente tan sencillo...

Al cabo de unos días, Tirso de la Avellaneda volvió a la barbería para requerir los servicios del barbero. En esta ocasión el dueño le ofreció inmediatamente uno de los mejores asientos y le atendió personalmente. Remojó y enjabonó su barba, pasó la brocha las veces necesarias para acondicionar el vello, y después de pasar repetidas veces la navaja por el afilador, le afeitó lo mejor posible, ni un ligero corte, y a la vez, esmerándose en no dejar un solo pelo sin afeitar. Al terminar, unas cuantas fricciones con una buena loción finamente perfumada.

Tirso de la Avellaneda dejó que el barbero terminara su trabajo silenciosamente. Cuando el servicio terminó, preguntó su precio y pagó su importe exacto, sin añadir ni una moneda más.

El barbero no dejó de manifestarle su sorpresa:
___¿Cómo es posible?___ Cuando os atendí de cualquier manera, os mostrásteis muy generoso, en cambio hoy que os he atendido con el mejor de los servicios, sois avaro.
___Hoy os he pagado el anterior servicio, y en aquella ocasión os pagué vuestras atenciones de hoy___respondió Tirso de la Avellaneda.


Adaptación de Albert Jané
Traducido del catalán por Gloriana

13 de mayo de 2011

La felicidad

Sé comprensivo con el joven,
compasivo con el anciano,
agradable con el oponente,
y tolerante con los que no piensan igual que tu.

Si piensas que todos están en tu contra,
recuerda que los aviones se elevan en contra del viento.

Ten presente que la felicidad se halla
a lo largo del camino,
no al final de la ruta.

Comparte con tu pareja
los momentos en donde aun te quede energía.
No le des los despojos del día.

No dejes de reír al envejecer,
envejeces al dejar de reír.

Quien te quiera realmente,
jamás se interpondrá en tu camino…
a menos que vayas cayendo cuesta abajo.

Los buenos modales son como el 0 en aritmética:
Acaso no representen mucho por si solos,
pero pueden aumentar considerablemente
el valor de todo lo demás.

La madurez es aquella edad
en que uno
ya no se deja engañar por si mismo.

La Fabrica que produce
el mejor producto
es el hogar.

La valentía no es el roble majestuoso
que ve ir y venir las tormentas;
es el frágil botón de una flor
que se abre en la nieve.

Los demás podrán dudar de tus palabras,
pero con seguridad,
creerán en tus acciones.

La música limpia el alma
del polvo cotidiano.
Trata de escucharla
por lo menos al final del día,
así disfrutaras de un dulce sueño.


Texto de una presentación (autor desconocido)

8 de mayo de 2011

Cielo o infierno

Un día, mientras caminaba por la calle, un hombre de éxito, candidato a la presidencia de la República (el nombre es lo de menos), es trágicamente atropellado por un camión y muere. Su alma llega al paraíso y se encuentra en la entrada a San Pedro, en persona.

- Bienvenido al paraíso, le dice San Pedro. Antes de que te acomodes, parece que hay un problema. Verás, muy raramente un político importante ha llegado aquí y no estamos seguros de qué hacer contigo.

- No hay problema, déjame entrar, le dice el hombre.

- Bueno, me gustaría, pero tengo órdenes desde lo más alto. Lo que haremos será hacerte pasar un día en el infierno y otro en el paraíso, y luego podrás elegir donde pasar la eternidad.

- De hecho, ya lo he decidido. Prefiero estar en el paraíso, dice el candidato.

- Lo siento, pero tenemos nuestras reglas.

Y con esto San Pedro acompaña al candidato al ascensor y baja, baja hasta el infierno. Las puertas se abren y se encuentra justo en medio de un verde campo de golf. A lo lejos hay un club y de pie delante de el están todos sus amigos políticos que habían trabajado con él, todos vestidos con traje de noche y muy contentos. Corren a saludarlo, lo abrazan y recuerdan los buenos tiempos en los que se enriquecían a costa del pueblo. Juegan un agradable partido de golf y luego por la noche cenan juntos en el club, con langosta y caviar.

Se encuentra también al Diablo, que de hecho es un tipo muy simpático, y se divierte mucho contando chistes y bailando. Se está divirtiendo tanto que, antes de que se de cuenta, es ya hora de irse. Todos le dan un apretón de manos y lo saludan mientras sube al ascensor. El ascensor sube, sube, sube, y se reabre la puerta del paraíso donde San Pedro lo está esperando.

- Ahora es el momento de pasar al paraíso. Ahi el candidato pasa las 24 horas sucesivas pasando de nube en nube, tocando el arpa y cantando. Se divierte mucho y, antes de que se de cuenta, las 24 horas ya han pasado y San Pedro va a buscarlo.

- Entonces, has pasado un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad. El Hombre reflexiona un momento y luego responde:

- Bueno, no lo habría dicho nunca, quiero decir, el paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor en el infierno. Así que San Pedro lo acompaña hasta el ascensor y otra vez baja, baja, baja, hasta el infierno. Cuando las puertas del ascensor se abren se encuentra en medio de una tierra desierta cubierta de porquería y desperdicios. Ve a todos sus amigos, vestidos con trapos, que están recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras. El Diablo lo alcanza y le pone un brazo en el cuello.

- No entiendo, balbucea el Candidato. Ayer estaba aquí y había un campo de golf y un club y comimos langosta y caviar y bailamos y nos divertimos mucho. Ahora todo lo que hay es una tierra desierta llena de desperdicios y mis amigos parecen unos miserables. El Diablo lo mira, sonríe y dice:

-Ayer estábamos en campaña. Hoy, ya votaste por nosotros...

ALAN PARSONS PROJECT "EYE IN THE SKY" (TRADUCCION)

1 de mayo de 2011

Serena tu mente


Nuestra salud física y emocional se ve afectada por lo que decidimos: comer, respirar, beber, pensar, ¡e incluso sentir! Nuestras emociones dependen en gran medida de nuestras premisas intelectuales: lo que serena tu mente.
Creemos o no creemos, los pensamientos que elaboramos, las palabras que decimos, las acciones que realizamos...
Como decía Montaigne, “acumulamos cosas que nos roban tranquilidad y nos dan horas de un trabajo desagradable”: los malos rollos en las relaciones, el aburrimiento, la tristeza y las frustraciones..., nos ocasionan dolores psicosomáticos y nos dejan sin energía. Y es que olvidamos que el cuerpo es la casa en la que habita nuestra alma.
La sociedad actual basa la felicidad en la acumulación de bienes materiales (a menudo, innecesarios) y potencia la competitividad, la notoriedad personal y el egocentrismo, dejando a un lado los aspectos emocionales de las personas.
Aprender a serenarnos y tranquilizarnos es fundamental. No podemos pasarnos los días hechos un manojo de nervios, inquietos e insatisfechos permanentemente, salvo que no nos importe acabar enfermos física, mental y emocionalmente. Se impone, por tanto, un poco de sentido común.
Acepta la diversidad.
Incluso la que hay en ti mismo. Tus prioridades pueden cambiar en función del momento y las circunstancias; las del otro, también. Sé tolerante contigo y con los demás. No te desesperes con los cambios. Si la naturaleza nos ha hecho tan volubles, por algo será.
Cuida lo que dices.
Las palabras poseen una gran fuerza, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo. Pero, ¡ojo! También son un arma de doble filo y en momentos de exaltación sirven para decir cosas que realmente no sentimos. Por eso, utilizarlas correctamente depende de ti.
Da la importancia real.
Tomarse la vida muy a pecho nos hace sentir vulnerables y nos impide relacionarnos con naturalidad. Da a las cosas la importancia que realmente merecen, pero no más.
No hagas suposiciones.
Los malentendidos crean malos rollos innecesarios con la gente, por eso siempre hay que intentar aclararlos cuanto antes. “Rumiar” y dar vueltas en nuestra cabeza a un problema lo engrandece todavía más. Si fomentas la comunicación y la sinceridad con las personas que te rodean, disfrutarás de unos lazos de unión sólidos y perdurables.
No quieras controlarlo todo.
Pretender controlar todos los aspectos de tu vida y realizar demasiadas actividades al mismo tiempo es imposible. Tienes que establecer prioridades y centrarte delimitando las tareas que puedes hacer. Hay que aceptar que somos humanos y limitados y que, por tanto, no gozamos del don de la ubicuidad.
Colorea tu vida.
Los colores influyen extraordinariamente en el estado de ánimo. Los rojos son más excitantes, los grises resultan más tristes. Puedes recurrir a los tonos pasteles para decorar tu casa, son muy relajantes y acogedores.
Concluye los asuntos pendientes.
Tienes que esforzarte en acabar lo que empiezas, pues las cuestiones pendientes pesan en el ánimo. La sensación de misión cumplida resulta tremendamente liberadora.
Da lo mejor de ti.
Tener espíritu de superación mantiene vivas las ilusiones y las esperanzas. Por eso, debes hacer siempre lo máximo y lo mejor que puedas. Proyectar lo que te gustaría hacer con tu vida y luchar por ello es una manera saludable de acabar con la estresante rutina.