1 de mayo de 2011

Serena tu mente


Nuestra salud física y emocional se ve afectada por lo que decidimos: comer, respirar, beber, pensar, ¡e incluso sentir! Nuestras emociones dependen en gran medida de nuestras premisas intelectuales: lo que serena tu mente.
Creemos o no creemos, los pensamientos que elaboramos, las palabras que decimos, las acciones que realizamos...
Como decía Montaigne, “acumulamos cosas que nos roban tranquilidad y nos dan horas de un trabajo desagradable”: los malos rollos en las relaciones, el aburrimiento, la tristeza y las frustraciones..., nos ocasionan dolores psicosomáticos y nos dejan sin energía. Y es que olvidamos que el cuerpo es la casa en la que habita nuestra alma.
La sociedad actual basa la felicidad en la acumulación de bienes materiales (a menudo, innecesarios) y potencia la competitividad, la notoriedad personal y el egocentrismo, dejando a un lado los aspectos emocionales de las personas.
Aprender a serenarnos y tranquilizarnos es fundamental. No podemos pasarnos los días hechos un manojo de nervios, inquietos e insatisfechos permanentemente, salvo que no nos importe acabar enfermos física, mental y emocionalmente. Se impone, por tanto, un poco de sentido común.
Acepta la diversidad.
Incluso la que hay en ti mismo. Tus prioridades pueden cambiar en función del momento y las circunstancias; las del otro, también. Sé tolerante contigo y con los demás. No te desesperes con los cambios. Si la naturaleza nos ha hecho tan volubles, por algo será.
Cuida lo que dices.
Las palabras poseen una gran fuerza, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo. Pero, ¡ojo! También son un arma de doble filo y en momentos de exaltación sirven para decir cosas que realmente no sentimos. Por eso, utilizarlas correctamente depende de ti.
Da la importancia real.
Tomarse la vida muy a pecho nos hace sentir vulnerables y nos impide relacionarnos con naturalidad. Da a las cosas la importancia que realmente merecen, pero no más.
No hagas suposiciones.
Los malentendidos crean malos rollos innecesarios con la gente, por eso siempre hay que intentar aclararlos cuanto antes. “Rumiar” y dar vueltas en nuestra cabeza a un problema lo engrandece todavía más. Si fomentas la comunicación y la sinceridad con las personas que te rodean, disfrutarás de unos lazos de unión sólidos y perdurables.
No quieras controlarlo todo.
Pretender controlar todos los aspectos de tu vida y realizar demasiadas actividades al mismo tiempo es imposible. Tienes que establecer prioridades y centrarte delimitando las tareas que puedes hacer. Hay que aceptar que somos humanos y limitados y que, por tanto, no gozamos del don de la ubicuidad.
Colorea tu vida.
Los colores influyen extraordinariamente en el estado de ánimo. Los rojos son más excitantes, los grises resultan más tristes. Puedes recurrir a los tonos pasteles para decorar tu casa, son muy relajantes y acogedores.
Concluye los asuntos pendientes.
Tienes que esforzarte en acabar lo que empiezas, pues las cuestiones pendientes pesan en el ánimo. La sensación de misión cumplida resulta tremendamente liberadora.
Da lo mejor de ti.
Tener espíritu de superación mantiene vivas las ilusiones y las esperanzas. Por eso, debes hacer siempre lo máximo y lo mejor que puedas. Proyectar lo que te gustaría hacer con tu vida y luchar por ello es una manera saludable de acabar con la estresante rutina.

2 comentarios:

  1. Cuando lee uno este tipo de cosas...me doy cuenta que todas y cada una de ellas, son ciertas y están cargadas de razón....y aún a sabiendas de que el hacer eso nos llevaría a una mejor forma de vivir y a ser más felices, no entiendo porque a la hora de la verdad no lo hacemos o nos cuesta muchísimo hacerlo!!!! por que el ser humano es así????
    UN BESO. METAMORFOSIS

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  2. Supongo que nos puede el tipo de vida que llevamos...me conformo con llevarlo a cabo algunas veces...Besos!

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