12 de octubre de 2020

Los chiles picantes

Un hombre, de visita en la India, llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus calles. De repente vio a un comerciante que estaba en cuclillas vendiendo lo que él creyó que eran dulces, aunque, en realidad, se trataba de chiles picantes. Como era muy goloso, compró una gran cantidad dispuesto a darse un atracón. Se sentó en un parque y empezó a comerse los chiles a dos carrillos. Pero, en cuanto mordió el primero, sintió una oleada de fuego en el paladar. Aquellos "dulces" eran tan picantes, que se le puso roja la nariz, estornudaba y empezó a soltar lágrimas. No obstante, él seguía devorando aquellas "chucherías". Entonces, un paseante se acercó a él y le dijo: "¿No sabe que los chiles se comen en pequeñas cantidades?". El hombre, casi sin poder hablar, contestó: "Yo pensaba que había comprado dulces". Y siguió comiendo como si nada. "Bueno, pero ahora que ya sabe que no son dulces, ¿por qué continúa devorándolos?", inquirió el paseante. "Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar", respondió ante el asombro de su interlocutor, que se alejó, reflexionando acerca de la importancia de no ser como aquel hombre y saber coger lo mejor para el crecimiento interior, desechando lo innecesario o pernicioso, aunque se haya invertido años y dinero en ello.

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