1 de diciembre de 2020

Ara

Ara que ja de tanta cosa torno...
No em pregunteu, que no sabria dir-vos
per quina brida m'he sentit lligada.
El cor encara vol tornar a gronxar-se
desbocat a les barques de la fira;
i dic que sí, que en mi tot clama d'esma
cap aquella petita esbojarrada.
... I ja no sóc sinó una dona absorta, amb la veu i amb el riure que s'aturen.

Clementina Arderiu

13 de noviembre de 2020

El fum

 



EL FUM
La caseta sota els arbres, vora el llac.
Surt fum de la teulada.
Si hi faltés,
com foren aleshores desolats
casa, arbres i llac.
.
DER RAUCH
Das kleine Haus unter Bäumen am See.
Vom Dach steigt Rauch.
Fehlte er
Wie trostlos dann wären
Haus, Bäume und See.


Bertolt Brecht

9 de noviembre de 2020

La rana del pozo

Érase una vez una rana que había vivido siempre en un húmedo y oscuro pozo en el que estaba destinada a acabar sus días. Una mañana pasó otra rana que tenía su hogar en una charca muy cerca del mar. Estaba tan distraída mirando el paisaje que tropezó cayendo en el pozo.
"¿De dónde vienes?", le preguntó el anfibio dueño del pozo.
"Vengo del mar", respondió su congénere, sorprendida de que hubiese alguien viviendo en un lugar tan siniestro. "Y es grande el mar?", continuó la rana del pozo. "¿Grande? No, más que eso, enorme. No puedo imaginar nada más extenso que el mar que veo cada mañana cuando me levanto", continuó, intentando limpiarse el barro que había salpicado todo su cuerpo al caer.
La rana del pozo se quedó reflexionando un buen rato y volvió a preguntarle a la intrusa si ese mar del que hablaba era más grande que su hogar."¿Cómo puedes comparar este estrecho pozo con él? Te repito que el mar es descomunal. ¡Ni te lo puedes imaginar!", replicó la recién llegada. Y la rana del pozo, muy enfadada, le gritó: "!Mentirosa, vete de aquí, no puede haber nada más grande que mi pozo!". Esta fábula nos enseña que hay que ser humilde ante lo desconocido y no presumir de lo que tenemos si no hemos visto otras cosas en nuestra vida.

8 de noviembre de 2020

Ejercitar la paciencia

Había una vez un hombre al que le habían ofrecido un destacado cargo oficial. Preocupado por la responsabilidad, el hombre se reunió con un amigo de la infancia y le puso al corriente de la situación. El amigo le dijo:
-Lo que te recomiendo es que siempre seas paciente. Es muy importante, no lo olvides nunca. Ejercítate sin descanso en la paciencia.
-Muchas gracias, te prometo que así lo haré- aseguró.
Mientras los dos comenzaban a disfrutar de un sabroso té, el amigo insistió:
-No olvides lo que te he dicho: adiéstrate en la paciencia.
-Lo haré, lo haré- repuso el ascendido.
Cuando iban a despedirse, el amigo añadió:
-Y recuerda que tienes que ser paciente...
Entonces, el hombre, exasperado, exclamó:
-¡Me tomas por un estúpido! Ya lo has dicho varias veces. Deja de una vez de advertirme sobre lo mismo.
El amigo se limitó a sonreír y el hombre comprendió inmediatamente el motivo: sin darse cuenta había agotado su paciencia. Algo avergonzado, abrazó a su amigo y le agradeció esta gran lección.

6 de noviembre de 2020

He venido esta noche...

A la casona en ruinas he venido
esta noche a evocar años lejanos.
¿Todos se han ido ya... padres... hermanos...!
¡Como una sombra yo he sobrevivido!

Todo está viejo... Nada desentona.
Ningún detalle del pasado pierdo.
Mi espíritu está dentro de un recuerdo
que es algo de sepulcro y de casona.

¡Este patio!... Aún tiene la fragancia
de los felices días de mi infancia.
El macetón... el banco... los rosales...

Mi madre allí, tejiendo en esa pieza...
¡Oh, qué bien acompaña esta tristeza
la luna que entra por los ventanales!

Ovidio Fernández Ríos

5 de noviembre de 2020

Para recobrar

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernárdez

1 de noviembre de 2020

Constancio C. Vigil

Engáñase quien piensa que es indiferente hablar de cualquier cosa y de cualquier manera. La prudencia velando por nuestra paz nos manda elegir los temas para hablar y asimismo elegir las palabras para expresarnos. Porque, como dijo también Jesús, "de la abundancia del corazón habla la boca". Con la palabra se hiere, se roba, se mata; con la palabra se ayuda, se alivia, se cura, se enseña y se redime. Al hablar sacamos el bien o el mal de nuestro ser y lo ponemos en los demás. Al hablar podemos mejorar o hacer peores a quienes nos escuchan. Con palabras se une o separa a los hermanos, a los amigos, a los vecinos, a los pueblos; se despierta en el semejante el anhelo de ser bueno; se extirpan o siembran odios; se amargan o dulcifican corazones.

Nuestras palabras son algo esencial para nuestro bien. Preferible el silencio, al hablar sin razonamiento y discreción. En pos del mal hablar, viene el arrepentirse. Este arrepentimiento ensombrece la vida poco a poco y llena el alma de una vaga e incurable pesadumbre.

30 de octubre de 2020

Cervantes (Consejos de buen gobierno que da a Sancho)

Primeramente, oh, hijo, has de temer a Dios: porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio, no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte, saldrá el no hincharte como la rana, que quiso igualarse con el buey.

Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre; pero no más justicia que las informaciones del rico.

No cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.

Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.

Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún enemigo tuyo, aparta la mente de tu injuria y ponla en la verdad del caso.

Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos y considera despacio la sustancia de lo que pide.

Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio sin la añadidura de las malas razones.

Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra.

29 de octubre de 2020

Proverbio árabe

Quien no sabe y no sabe que no sabe, es un tonto; huye de él.

Quien no sabe y sabe que no sabe, es humilde; enséñale.

Quien sabe y no sabe que sabe, está dormido; despiértale.

Quien sabe y sabe que sabe, es un sabio; síguele.

27 de octubre de 2020

El agua mágica

En una pequeña aldea había una pareja que se pasaba todo el día discutiendo. Un día, los vecinos, cansados de tantos gritos, recomendaron a la mujer que visitara al sabio, que tenía en su haber un agua mágica que lo curaba todo, y así lo hizo. Tras escuchar cuál era el problema con su pareja, le entregó una botella de agua diciéndole: "Toma esta botella de agua y cuando tu esposo empiece a discutir, bebe un sorbo y mantén el agua en tu boca hasta que él se calme, así dejaréis de pelear". La mujer regresó a casa y su marido la recibió entre gritos: "¿Dónde estabas? ¿Por qué no está lista la comida?". Sin contestarle, tomó un poco de agua y la mantuvo en su boca, mientras él seguía gritando. Al ver que ella no contestaba, el hombre calló. Tras la comida, el esposo nuevamente empezó a gritar: "¡Mira la casa, está sucia y desordenada!". Ella, ofendida, quiso responderle pero optó por tomar un sorbo del agua y guardó silencio. Y así pasaron los días. Cada vez que él comenzaba a discutir, ella bebía el agua y esperaba a que él se tranquilizara, así que con el tiempo aprendieron a vivir en paz. La mujer le contó el secreto y ambos fueron a ver al sabio para darle las gracias. "Lo que tomabas era agua simple. La acción de controlarse es la que os enseñó a vivir sin peleas, pensando qué y cómo decir las cosas", dijo.

22 de octubre de 2020

La apuesta del califa

Hace muchos años vivía un califa avaro y cruel que sentía pasión por las apuestas. Una mañana, al salir a uno de los patios, vio una pila de ladrillos y gritó: "Apuesto a que nadie es capaz de transportar estos ladrillos con sus manos de un lado al otro del patio antes de que el sol se ponga". Un joven albañil le preguntó por el premio y el califa le respondió que le daría 10 tinajas de oro. "¿Y si no lo consigo?", quiso saber el albañil. "Entonces, te cortaré la cabeza". Tras dudar unos minutos, el joven le dijo que aceptaba pero con una condición: "Podrás detener el juego en cualquier momento y, si lo haces, solo me darás una tinaja de oro". Tras unas horas, el albañil solo había transportado una pequeña parte de los ladrillos y, sin embargo, sonreía. "¿Por qué sonríes? No vas a ganar", le dijo el califa. "Te equivocas. Has olvidado algo muy sencillo y por eso venceré", le contestó el joven. Preocupado, el califa empezó a dudar y decidió detener la apuesta, con lo que el albañil ganó una tinaja de oro. Reconociéndose perdedor, le preguntó al joven qué se le había olvidado. "Te has olvidado de lo más sencillo, de que podías perder la confianza en ti mismo y sin esa virtud sabía que acabarías deteniendo la apuesta y yo ganaría mi tinaja". Y es que, sin confianza, hasta el más pintado acaba fracasando.

21 de octubre de 2020

El perro de pelea

Una familia adoptó varios perros cuando eran cachorros y, durante su crianza, se dieron cuenta de que uno destacaba por encima de los demás. Decidieron alimentarlo bien y adiestrarlo para que espantara a los animales salvajes que merodeaban por los alrededores de la casa. El animal creció y se hizo fuerte, y cumplió su labor de mantener alejadas a las peores bestias que podáis imaginar a cambio de sentirse cada vez más agobiado. Un día, al ver cómo se acercaban de nuevo animales, no pudo más y salió corriendo, desesperado, hasta llegar al pueblo más cercano. Allí lo vieron pasar unos perros callejeros que, cuando se detuvo, se acercaron llenos de curiosidad: "Con lo robusto que eres, ¿por qué corres de esta manera tan descontrolada?". El perro les respondió: "Sé que tengo un físico envidiable y que vivo en la abundancia, pero también os digo que siempre estoy cerca de la muerte y tengo que enfrentarme a osos y animales feroces de todo tipo". Entonces, los canes le dijeron: "Puede que nosotros seamos enclenques y que nuestra vida sea más pobre, pero en el fondo es más feliz porque no tenemos que pensar en combatir fieras". Y es que, en la vida, como le ocurría a este perro, disfrutar de grandes ganancias y muchas riquezas supone también enfrentarse a grandes riesgos.

20 de octubre de 2020

Los poderes mágicos

Había una vez un hombre llamado Mbokothe, que vivía con su hermano. Eran huérfanos y solo tenían dos vacas. Un día fue al hechicero para ver si, a cambio de los animales, podía otorgarle poderes mágicos. El chamán le dio el poder de convertirse en cualquier animal. Así, se transformó en toro y su hermano lo llevó al mercado, donde lo vendió a cambio de dos vacas y cinco cabras. Cuando el comprador se iba con el toro, éste salió corriendo. Lo persiguió pero Mbokothe se convirtió en león para ir más rápido y, cuando lo perdió de vista, el hombre pensó: "Es inútil que lo persiga, al toro se lo ha comido un león". Al día siguiente, Mbokothe adoptó de nuevo la forma de un toro y su hermano lo vendió por 10 cabras. Pero el comprador había visitado al mismo hechicero que él y tenía sus mismos poderes. Así que cuando el toro salió corriendo, su amo se convirtió en león para cazarlo. Mbokothe, entonces, se transformó en pájaro, pero su dueño se hizo cometa y voló tras él y, cada vez que cambiaba de forma, el hombre también lo hacía. Al final, el pobre Mbokothe, cansado, se rindió: "Usted gana, déjeme ir a casa y le devolveré sus cabras". Esta historia nos enseña que no hay que subestimar a los demás ni creernos mejor que ellos, pues podemos llevarnos una inesperada sorpresa.

19 de octubre de 2020

Cosa de niños

Cuenta una leyenda budista que un anciano maestro había abandonado la ciudad para dar un tranquilo paseo por unos campos llenos de cerezos en flor. Las ramas de los árboles se inclinaban majestuosas sobre el camino y el anciano iba absorto en sus meditaciones. De pronto, apareció ante él Angulimal, un bandido famoso en aquella comarca, que estaba dispuesto a robarle todo lo que llevaba y acabar con él. Entonces, el sabio le dijo: "Antes de matarme, solo te pido que me ayudes a cumplir dos últimos deseos". Angulimal le preguntó cuál era el primero, a lo que el sabio respondió: "Corta, por favor, una rama en flor de ese cerezo". Con un golpe de espada, el bandido hizo lo que le pedía, arrojando la rama a los pies de su víctima, que había empezado a rezar. "Mi segundo deseo es que ahora vuelvas a poner la rama en el árbol, para que siga floreciendo", le dijo. "Debes de estar loco, si crees que eso es posible", le dijo Angulimal. "Al contrario. El loco eres tú que te crees poderoso porque puedes herir y destruir. Eso es cosa de niños. El poderoso de verdad es aquel que sabe crear, dar vida y curar". El bandido se sorprendió mucho ante aquella respuesta, ya que se dio cuenta de que el sabio tenía razón, porque la violencia es el recurso de los incompetentes.

18 de octubre de 2020

El gato y los pájaros

Un gato muy listo y con mucha labia salió un día de la ciudad al campo en busca de tranquilidad, y se acomodó debajo de un sauce que le daba sombra. Cuando se disponía a dormir, no pudo, porque un montón de pájaros que estaban en una rama del árbol cantaban sin parar. El gato decidió que, en lugar de hacerlos callar, se los camelaría para que bajaran del sauce y, así, se los podría comer uno a uno. "¡Bravo! ¡Qué coro tan maravilloso y qué bella melodía, hermosos pajaritos!", les dijo con voz melosa. Al instante, las aves, asustadas, dejaron de cantar. Algunas subieron a ramas más altas y otras se escondieron entre la frondosidad del sauce. Pero el felino siguió hablando con su voz más dulce y les dijo que necesitaban un buen director para mejorar. "Mi dueño es músico y, gracias a él, yo he aprendido las virtudes de este oficio. Si queréis, os puedo ayudar". Los alabó de tal forma que, lamentablemente, los pajarillos, embobados, bajaron del árbol y el gato, inmediatamente, se zampó al más gordo de todos. Y es que, en esta vida, hay individuos que son capaces de mentir y adular todo lo que haga falta para lograr sus propósitos. Así que lo mejor es ser precavidos, ya que muchas personas pueden tener miel en los labios, pero veneno en el corazón.

15 de octubre de 2020

Todo es aprendizaje

Dos monjes de un monasterio tibetano recibieron el encargo de su maestro de ir a comprar los alimentos del mes a un pueblo lejano. Fueron, los adquirieron y, cuando estaban regresando, se toparon con un anciano que les interpeló: "¿Cómo es que seguís este camino? ¿Es qué no sabéis que está lleno de bandidos que os atracarán y os robarán todo lo que lleváis? Hacedme caso, coged el sendero de la derecha y viajaréis más seguros". Los dos monjes así lo hicieron y, sin embargo, fueron asaltados y perdieron todos los víveres. Al llegar, desolados, al monasterio, el maestro hizo pasar al primer monje a su aposento y le preguntó: "¿Qué has aprendido de lo que os ha ocurrido?". "Que no debo confiar en desconocidos", afirmó el monje. Después, pasó el otro y, ante la misma pregunta, respondió: "He aprendido a esperar lo inesperado". Al día siguiente, el primero abandonó el monasterio para no volver más, mientras que el otro se quedó, porque había realizado el aprendizaje correcto. Como le dijo el maestro: "Cuesta entender que no podemos controlarlo todo, porque nunca actuamos en función de lo que sucede, sino de lo que interpretamos o esperamos que ocurra. Dejar espacio para lo imprevisto requiere tener una mente abierta, algo que nos ayudará a disfrutar más de la vida y a ser más felices.

14 de octubre de 2020

La ambición (fábula)

A un monte una vez subí
Y de cansado me eché;
Más luego que lo bajé,
De confiado caí.
¡Déjame, ambición, aquí
Hasta morir descansando!
¿Qué ganaré ambicionando,
Si cuanto más subo, entiendo
Que me he cansar subiendo,
Y me he de caer bajando?

Ramón de Campoamor

12 de octubre de 2020

Los chiles picantes

Un hombre, de visita en la India, llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus calles. De repente vio a un comerciante que estaba en cuclillas vendiendo lo que él creyó que eran dulces, aunque, en realidad, se trataba de chiles picantes. Como era muy goloso, compró una gran cantidad dispuesto a darse un atracón. Se sentó en un parque y empezó a comerse los chiles a dos carrillos. Pero, en cuanto mordió el primero, sintió una oleada de fuego en el paladar. Aquellos "dulces" eran tan picantes, que se le puso roja la nariz, estornudaba y empezó a soltar lágrimas. No obstante, él seguía devorando aquellas "chucherías". Entonces, un paseante se acercó a él y le dijo: "¿No sabe que los chiles se comen en pequeñas cantidades?". El hombre, casi sin poder hablar, contestó: "Yo pensaba que había comprado dulces". Y siguió comiendo como si nada. "Bueno, pero ahora que ya sabe que no son dulces, ¿por qué continúa devorándolos?", inquirió el paseante. "Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar", respondió ante el asombro de su interlocutor, que se alejó, reflexionando acerca de la importancia de no ser como aquel hombre y saber coger lo mejor para el crecimiento interior, desechando lo innecesario o pernicioso, aunque se haya invertido años y dinero en ello.

9 de octubre de 2020

El barquero y el erudito

Un hombre muy culto alquiló una barca para cruzar un caudaloso río. Al saludarle, el barquero, que era de origen muy humilde, se expresó con frases que demostraban que no había tenido la posibilidad de ir a la escuela. Y cuando el erudito se lo preguntó, el hombre reconoció que era analfabeto. "Supongo que tampoco sabrá historia, geografía ni aritmética, ¿no?", insistió el sabio. "Pues no. Tampoco sé nada de eso. Sólo soy un pobre barquero ignorante". Entonces, el pasajero se atrevió a sentenciar que "un hombre sin cultura es como si hubiera perdido la mitad de su vida". En ese momento, la barca, arrastrada por la corriente, se estrelló contra unas rocas y se partió en dos, de manera que el barquero y el sabio cayeron al agua. "¿Señor, sabe usted nadar?", preguntó entonces el humilde remero. "¡No! ¡No sé nadar", respondió el listo. "Pues me temo que hoy va a perder, no la mitad, sino toda su vida". Dicho lo cual, el barquero atrapó a su presuntuoso pasajero, que, humillado, no dijo nada hasta llegar a la orilla, aprendiendo, desde su sabiduría, la lección: nunca te creas superior a nadie, porque aquello de lo que presumes puede no servirte de nada en determinadas circunstancias, mientras que las habilidades que menosprecias en otros pueden salvarte de más de un apuro.

8 de octubre de 2020

El león y el mosquito

Cierta vez, un mosquito se acercó a un león y le dijo que no le tenía miedo porque, a pesar de su tamaño, era más fuerte que él. El rey de los felinos, sorprendido por su atrevimiento, se echó a reír, pero el insecto le retó diciendo: "Si crees que puedes ganarme, demuéstramelo". Como quería quitárselo de encima, el león le desafió a un combate. Así, el mosquito hizo sonar su zumbido y atacó al animal picándole muchas veces alrededor de la nariz, donde no tenía pelo que le protegiera. Muy agobiado, el león empezó a arañarse con sus propias garras hasta que, cansado de hacerse daño, renunció a la pelea. Feliz, el mosquito voló como un loco por todas partes jactándose de su victoria. Tan orgulloso estaba que, sin darse cuenta, se enredó en una tela de araña y, en cuestión de segundos, su dueña se acercó con la intención de comérselo de un bocado. Instantes antes de ser devorado, el mosquito se lamentó: "Pero qué desdicha más grande. Yo, que he luchado contra los más poderosos y los he vencido, voy a perecer a manos de una insignificante araña". Y antes de hincarle el diente, ésta le dijo: "No importa lo grandes que hayan sido tus éxitos, lo que sí importa es evitar que la dicha, el orgullo y la prepotencia por haberlos obtenido lo arruinen todo".

7 de mayo de 2020

Las estrellas de mar

Cierto día, caminando por la playa reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez.
Tan pronto como me aproximé me di cuenta de que lo que el hombre agarraba eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una las arrojaba de nuevo al mar.
Intrigado, lo interrogué sobre lo que estaba haciendo, a lo cual me respondió:
-Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la marea es baja y estas estrellas han quedado en la orilla, si no las arrojo al mar, morirán aquí por falta de oxígeno.
-Entiendo, le dije, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa ¿no estás haciendo algo que no tiene sentido?
El nativo sonrió, se inclinó y tomó una estrella marina y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:
-¡Para ésta sí la tuvo!

5 de mayo de 2020

La calle de las Camelias

Me abandonaron en la calle de las Camelias, al pie de la verja de un jardín.

El sereno me descubrió de madrugada. Y los señores de la casa me aceptaron, aunque dicen que de momento no sabían qué hacer: si quedarse conmigo o entregarme a las monjas.
Por lo visto mi forma de reir los cautivó y, como ya eran mayores y no tenían hijos, me recogieron.

El señor me cogió, tan sucia como estaba , con el papelito prendido aún al babero y me llevó a ver las flores: "Mira los claveles -aseguran que decía- mira las rosas, mira mira". Pues era primavera y todo estaba florido.

Pero lo más extraordinario fue que aquella noche floreció el cacto sin tierrra.

Fuera, en el jardín de la parte de atrás había una pared desconchada, de la que el enlucido caía a pedazos ,formando como burbujas, ya que por debajo las cochinillas trabajaban en la formación de madrigueras.

Al pie de esa pared, cubierta de rosales ,blancos, crecía un cacto gigante. Un invierno de nieve la tierra se heló y el cacto se secó de mitad para abajo ,en tanto que de mitad para arriba siguió verde porque, como a escondidas, había ido arraigando en una grieta de aquella pared llena de rosales, y aquellas raíces se alimentaban de los ladrillos y la vieja mezcla, que daban vida al cacto que crecía para arriba, hasta rebasar la pared, como queriendo curiosear en el jardín de al lado.

Y allí, en todo lo alto, la noche del día en que me encontraron, surgió una flor de hojas como oxidadas por la parte de atrás y blancas como la leche más al interior.

Pero lo mas hermoso es que aquella flor parecía dormir de día y tan sólo se abría una vez al año, siempre coincidiendo con la fecha que me encontraran . Y todos los vecinos acudían a verla y tenían que apresurarse: tan efímera era...

Mercé Rodoreda


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3 de mayo de 2020

Lo normal

Llevo mucho tiempo aceptando que todo lo de cada uno es normal para uno mismo. También he llegado a pasar, en gran parte, de las actitudes de los demás respecto a mí. Mejor es no formarse ninguna idea demasiado concreta de la personalidad de nadie. Mucha gente no llega siquiera a conocerse nunca. ¿Y lo conseguiría yo únicamente tratando un tiempo a alguien? Luego llegan las sorpresas, que nunca acostumbran a ser buenas; las llamamos decepciones.
Al contrario de lo que explicas, yo necesito mucho (por lo visto) para ser feliz. Supongo que es demasiado y escaso, porque no lo he encontrado ni lo encontraré. Ahora sí lo sé. En mi caso no es complejo de explicar, pero soy dada a no terminar casi nunca mis explicaciones (algo que para mí es normal).
Por otra parte, pienso que poder vivir con nuestras propias rarezas, y además sentirnos bien, es un gran regalo. Muchas personas viven atormentadas atrapadas en su propio mundo. Además creo que viviendo sucesivas experiencias añadimos nuevas singularidades a nuestra personalidad y eliminamos otras. Vamos variando. Y puede que yo sí sea una incomprendida, aunque la verdad es que no me importa en absoluto porque no es mi problema, ya que yo sí me entiendo.


Gl.

1 de mayo de 2020

Declaración de derechos de la persona asertiva

1. De considerarse -fundamentalmente- importante.
2. De ser uno mismo.
3. De triunfar según sus propios criterios.
4. De ser respetado y de pedir ese respeto.
5. De pedir las cosas por sí mismo.
6. De ofrecerse buenas cosas a sí mismo.
7. De expresar sus sentimientos, sus emociones.
8. De cambiar de opinión, de equivocarse, de no saber, de cometer fallos - según los criterios de los demás.
9. De no gustar.
10. De rechazar, de decir no.
11. De no hacerse cargo de los demás.
12. De romper una relación.
13. De no preocuparse por la opinión de los otros.
14. De exigir y de insistir.
15. De no justificarse.
16. De tomarse su tiempo.
17. De hablar positivamente de sí mismo, de sus aptitudes, de sus capacidades, de su originalidad.
18. De evolucionar, de desarrollar sus aptitudes, de convenirse completamente en la persona única que es.
19. De ofrecer - de aceptar.

30 de abril de 2020

Nos vieron pasar...

Nos vieron pasar...... 
Nos vieron pasar tomados de la mano...
Cuándo el sol doraba los parques, y el murmullo del viento entonaba cánticos del alma.
Nuestros pasos al ritmo buscaban un sitio de paz entre flores y pájaros, para elevar nuestras voces de esperanza.
Nos detuvimos ante un caserón de ventanas cerradas; el óxido del portón de hierro
hablaba de un pasado olvidado. Una enredadera trepaba en el muro aferrándose a una vida abandonada.
En contraste a tanta dejadez , una casa vecina, lucía un jardín engalanado de flores rojas, las cortinas blancas en suave movimiento, permitían que la brisa indiscreta se apoderara de los espacios, mezclándose con las risas que habitaban el lugar.
Nos vieron pasar tomados de la mano...
La gran arboleda de las calles nos brindaba aromas que regocijaban nuestros sentidos.
Luego el caminito de tierra bordeando la estación, las vías del tren a la espera, el cemento ardiendo bajo el cielo estival.
Nos vieron pasar tomados de la mano...
En una tarde donde la quietud adormecía sueños; donde no hacían falta las palabras...cuando éramos tu y yo deseando,
Que nos vieran pasar tomados de la mano...

28 de abril de 2020

Regina Brett

* La vida no es justa, pero aun así es buena.

* La vida es demasiada corta para perder el tiempo odiando a alguien.

* Tu trabajo no te cuidará cuando estés enfermo. Tus amigos y familia sí. Mantente en contacto.

* No tienes que ganar cada discusión. Debes estar de acuerdo en no estar de acuerdo.

* Llora con alguien. Alivia más que llorar solo.

* Cuando se trata de chocolate, la resistencia es inútil.

* Haz las paces con tu pasado para que no arruine el presente.

* No compares tu vida con la de otros. No tienes ni idea de cómo es su travesía.

* Si una relación tiene que ser secreta, mejor no tenerla.

* Respira profundamente. Eso calma la mente.

* Elimina todo lo que no sea útil, hermoso o alegre.

* Lo que no te mata, en realidad te hace más fuerte.

* Nunca es demasiado tarde para tener una niñez feliz. Pero la segunda sólo depende de ti.

* Cuando se trata de perseguir aquello que amas en la vida, no aceptes un "no" por respuesta.

* Enciende las velas, utiliza las sábanas bonitas, ponte la lencería cara. No la guardes para una ocasión especial. Hoy es especial.

* Sé excéntrico ahora. No esperes a ser viejo para serlo.

* El órgano sexual más importante es el cerebro.

* Nadie es responsable de tu felicidad, sólo tú.

* Enmarca todo supuesto "desastre" con estas palabras: "En cinco años, ¿esto importará?"

* Perdónales todo a todos.

* Lo que las otras personas piensen de ti, no te incumbe.

* El tiempo sana casi todo. Dale tiempo al tiempo.

* Por más buena o mala que sea una situación, algún día cambiará.

* No te tomes tan en serio. Nadie más lo hace.

* No cuestiones la vida. Sólo vívela y aprovéchala al máximo hoy.

* Llegar a viejo es mejor que la alternativa.....morir joven.

* Todo lo que verdaderamente importa al final es que hayas amado.

* Sal todos los días. Los milagros están esperando en todas partes.

* Si juntáramos nuestros problemas y viéramos los montones de los demás, querríamos los nuestros.

* La envidia es una pérdida de tiempo. Tú ya tienes todo lo que necesitas.

* Lo mejor está aún por llegar.

* No importa cómo te sientas... arréglate y preséntate.

* Cede.

* La vida no está envuelta con un lazo pero sigue siendo un regalo.

27 de abril de 2020

El arte de saber equivocarse...


Si no te equivocas de vez en cuando, es que no lo intentas.
Woody Allen
Los únicos errores que cometemos en la vida tienen que ver con las cosas que no hacemos.
Emma Thomson

La mente siempre tiene razón, mientras que el apetito y la imaginación pueden equivocarse.
Aristóteles

La suma de muchos errores puede dar un resultado estupendo.
Gisela Richter

Errar es humano: perseverar voluntariamente en los errores es diabólico.
San Agustín

Si no cometes errores, es que los problemas con los que estás lidiando no son lo suficientemente difíciles. Y ese es un gran error.
Frank Wilczek

Un experto es una persona que ha cometido todos los errores que pueden cometerse en un campo muy reducido.
Niels Henrik David Bohr

No pierdas el tiempo lamentándote de un fracaso. El fracaso es mucho mejor maestro que el éxito. Escucha, aprende y, después, sigue.
Clarissa Pinkola Estés

No encuentres la falta, encuentra el remedio.
Henry Ford

Un hombre nunca debe avergonzarse por reconocer que se equivocó, que es tanto como decir que hoy es más sabio de lo que fue ayer.
Jonathan Swift

26 de abril de 2020

Nirvana


Nuestro pasado nos condiciona más de lo que nos gustaría o menos de lo esperado, dependiendo de nuestra actitud.
La mayoría de nosotros ha aceptado que la búsqueda de una mínima calidad de vida se apoya en el sentimiento saludable de amor por uno mismo.

Cuentan que, una vez, un estudiante avanzado del zen viajó hasta la ermita del viejo maestro Qian Feng para hacerle una pregunta que había estado ponderando desde hacía mucho tiempo.
Cuando finalmente estuvo frente al maestro, que aguardaba en calma sobre su tatami, el estudiante se arrodilló y dijo:
-Maestro, sé que todas las direcciones conducen a la morada de Buda, pero también sé que solo un camino lleva hasta las puertas del Nirvana. Solo te pido, maestro, que me digas dónde comienza ese camino.
Qian Feng se puso entonces de pie, dio un par de pasos hacia el estudiante y, con el extremo de su bastón, trazó una línea sobre la tierra justo delante del rostro de su discípulo.
-Aquí- dijo.
Y sonriendo, el maestro volvió a sentarse sobre su tatami.
Ciertamente, el camino del cambio, como el de la congruencia, como el de la excelencia, como el de la consciente continuidad, puede comenzar aquí y ahora, en el momento en que así lo decidimos, ya que el momento oportuno está aquí, en este instante. Pero ¿por qué no aprovechar el empujón que nos da una situación especial, cualquiera que sea, para renovar el interés o el compromiso con nuestra existencia?

25 de abril de 2020

El río de la vida


Uno de los principios fundamentales de mi vida es que el éxito es el resultado de un delicado equilibrio entre hacer que las cosas ocurran y dejar que las cosas ocurran. Sí, tenemos la responsabilidad de definir nuestros objetivos, desarrollar nuestro potencial y dar lo mejor de nosotros mismos. Necesitamos asumir nuestra parte. Es cierto que a la gente que se dedica a hacer grandes cosas le ocurren grandes cosas. Pero también creo que debemos mostrar cierto compromiso con dejar que las cosas sucedan. En otras palabras, haz lo que esté en tu mano y luego deja que la vida haga el resto.

La vida siempre te llevará a un lugar mejor que el anterior (aunque a veces no te lo parezca). He aprendido que es importante dejar que la vida te lleve (no es una lección fácil de asimilar, lo sé; yo mismo sigo trabajando en ello). Si has hecho todo lo posible por obtener un resultado concreto y no lo has logrado, deja de esforzarte. Relájate.

Puede que el momento no sea el adecuado. Puede que lo que querías no fuese lo que más te convenía. Puede que cuando parezca que una puerta se cierra, en realidad se esté abriendo otra. Y muchas veces, cuando dejas de insistir en lo que creías que era lo mejor, se crea un espacio para que llegue algo todavía mejor. Porque cada final marca un nuevo comienzo.

La vida siempre te llevará a un lugar mejor que el anterior.

Robin Sharma

24 de abril de 2020

Adaptación de Paulo Coelho

Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin.

Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir. Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos…, no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron. ¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis padres? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto tiempo cultivé, ¿ha desaparecido?

Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida se convirtieron de repente en polvo. Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tu cónyuge, tus amigos, tus hijos, tu hermano; todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia delante, y todos sufrirán al verte paralizado. Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver. Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello.

Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros. Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse. Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras, perdemos. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor. Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el mismo programa, en el que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte.

Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del ‘momento ideal’. Antes de comenzar un nuevo capítulo hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad. Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante. Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida.

Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo. Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres.

23 de abril de 2020

A propósito de pasar página



Comparto con vosotros un texto de Joaquín Tamames.

Pasar página significa ver todo con otros ojos, rompiendo patrones de pensamiento cristalizados y también caducos; significa mirar al otro como si fuera la primera vez; significa redescubrir muchas cosas: la belleza del amanecer y del anochecer, el cielo azul, el sol que nos calienta, el bellísimo contraste de la naturaleza bañada por el sol, el heroísmo que existe en el mundo (si, es cierto que hay mucha traición, pero también hay innumerable nobleza y heroísmo). 

Significa decirse a uno mismo: el mundo comienza hoy, mi nueva vida comienza ahora, el futuro es una página abierta, llena de potencial. Decirse a uno mismo: el equilibrio, la calma, la ecuanimidad, sólo dependen de mi. Decirse a uno mismo: no importa que haya pasado de los cincuenta o de los sesenta o de los setenta, pues la vida empieza ahora, en toda su dimensión y belleza, como un milagro que se recrea cada vez. 

Pasar página requiere dar la espalda a todo lo que atasca. A las murmuraciones y rumores, a las maledicencias, a las conversaciones vanas y estériles, a las actividades que no aportan nada al alma, a todo aquello que niega nuestra realidad superior, nuestro ser, y en cambio abona nuestra personalidad, nuestro ego, cuyas manifestaciones más zafias son realmente zafias. 

Significa no recrearse en aquel o en aquella que nos hicieron daño, sino simplemente entender que aquel daño fue fruto de su ignorancia o de la nuestra, merecedora de compasión, pues todo vuelve, sin remisión. 

Significa empezar a entender nuestra doble realidad como alma y personalidad, que necesitan ser integradas aquí en esta vida, para lo cual no tiene sentido renunciar a la materia (que es nuestro vehículo) sino habitarla en el mayor equilibrio para que algún día el espíritu se manifieste pleno también aquí en la tierra. 

Significa intentar huir de todo lo que contamina y emborrona, de lo que nos densifica, de todo aquello que nos ata a la tierra sin permitir que despleguemos nuestra capacidad innata.

Pasar página significa superar el pasado. Es fundamental superarlo para no seguir atascados. Hay que retener las enseñanzas del pasado para no tropezarse de nuevo en la misma piedra, pero es muy importante arrinconar definitivamente las injusticias, cuitas, infidelidades que hemos recibido y que también hemos emitido al lugar de nuestra mente en el que deben estar: desde luego no en primera línea, prontas a ponerse en la mesa. Y si el pasado se recrea, que sea con la máxima limpieza y ecuanimidad: para proponer justicia y nunca venganza o revancha. Como ejercicio higiénico para poder empezar de nuevo.

Estamos viviendo los hermosos días del verano, los más largos del año, que nos regalan sus calores y sus brisas, sus cielos despejados y generosos. Muchos de estos días los perdemos en insultos, en ofuscaciones y odios. 

Este escape energético es un desperdicio colosal y somos los primeros damnificados. Nos autolesionamos de continuo. No tiene ningún sentido. Por eso es tiempo de mirar adelante sin engancharse en el pasado, en todos los ámbitos, para escribir en un papel limpio y blanco, intentando que sea con buena letra y la mejor disposición.

Todos y cada uno de nosotros necesitamos pasar una o muchas páginas. Esto requiere valentía y desapego. Pero es el único camino para empezar a vivir despiertos, desde la mayor consciencia. Y estar despiertos significa aumentar nuestra capacidad de percepción para ver más allá de lo aparentemente visible. Supone empezar a escuchar y entender otros mensajes que proceden de un mundo mucho más sutil. Y supone también que somos responsables de la energía que emitimos y que tenemos que estar a la altura de los tiempos.

Leo en “las hojas del jardín de Morya” acerca de las páginas que nos depara el futuro, y con esa idea presente en la cabeza empiezo este día lleno de posibilidad y de armonía con ese hermoso objetivo de trabajar en sosiego y en paz.

22 de abril de 2020

La Criatura del Desván

La primera noticia de la criatura del desván surgió cuando uno de los niños subió a buscar un viejo libro. Todo estaba oscuro, pero entre las sombras pudo ver claramente dos ojos que le miraban fijamente, desde lo alto, con gesto terrible. Eran dos ojos grandes, separados casi un metro, lo que daba idea del tamaño de la cabeza de aquel horrible ser, que se lanzó hacia el niño. Este gritó a todo pulmón, cerró la puerta con llave, y dejó al monstruo gruñendo en el desván.
Durante dos días el pueblo vivió aterrorizado. Los gruñidos del desván y los aporreos de la puerta continuaron, y las noticias de las crueldades de aquel "bicho" se extendían por todas partes. El número de tragedias y desgracias aumentaba, pero nadie tenía valor para subir al desván y plantar cara a la bestia.
Al poco pasó por allí un pescador noruego, cuyo barco ballenero había naufragado días atrás; parecía un auténtico lobo de mar indomable, un tipo duro; y aprovechando que conocía el idioma, los hombres del lugar le pidieron su ayuda para enfrentarse a la horrible criatura. El noruego no dudó en hacerlo a cambio de unas monedas, pero cuando al acercarse al desván escuchó los gruñidos de la bestia, torció el gesto, y bajando las escaleras pidió mucho más dinero, algunas herramientas, una gran red y un carro, pues si triunfaba quería llevarse aquel ser como trofeo.
A todo accedieron los del pueblo, que vieron cómo el noruego abría la puerta y desaparecía entre gritos profundos y estremecedores que cesaron al poco rato. Nunca más volvieron a ver al noruego ni a escuchar a la bestia. Tampoco nadie se atrevió a subir de nuevo al desván.
¿Queréis saber qué ocurrió tras la puerta? ¿Seguro?
Cuando el noruego abrió, pudo ver el ojo de Olav, su enorme y bravo timonel. El ojo se veía también reflejado en un espejo, dando la impresión de pertenecer a la misma cabeza, porque el otro ojo de Olav llevaba años cubierto por un parche. Ambos siguieron hablaron a gritos en su idioma, mientras el ballenero le contaba a su encerrado amigo que aquellas miedosas gentes le habían dado tanto dinero que podrían volver a tomar un barco y dedicarse a la pesca. Juntos encontraron la forma de escapar del desván, subir al carro y desaparecer para siempre.
Y así, el miedo, y sólo el miedo, empobreció a todo el pueblo y permitió recuperarse a los pescadores. Tal y como sigue ocurriendo hoy con muchas de nuestras cosas, en las que un miedo sin sentido nos lleva a hacer tonterías, e incluso permite a otros aprovecharse de ello.

Pedro Pablo Sacristán

21 de abril de 2020

¿Necesitas un cambio?


Una de las señales más claras de que está sucediendo algo saludable en nuestra vida es el impulso de limpiar, organizar y descartar ropa, papeles y viejas pertenencias. "Esto ya no lo necesito", nos decimos al echar a la pila de ropa para dar una vieja camisa que simboliza nuestra baja autoestima; "Estoy harto de esta cómoda desvencijada, con sus dieciséis capas de pintura" nos decimos, y la cómoda se va a la beneficencia.

Al deshacernos de lo viejo y de lo que ya no funciona hacemos hueco para algo nuevo y más conveniente.Un armario lleno de ropa vieja no invita a que llegue ropa nueva; en una casa a rebosar de chismes y cositas y detallitos que has ido guardando por si acaso, no hay espacio para las cosas que realmente podrían dar brillo al día de hoy.

Cuando tengas el impulso de buscar y descartar, es que han entrado en acción dos corrientes cruzadas: el viejo yo se marcha y lo lamenta, mientras que el nuevo yo lo celebra y se fortalece.Como en cualquier ruptura, hay tanto de tensión como de alivio. Una larga depresión se resquebraja como una banquisa y esos sentimientos que llevaban tanto tiempo congelados se derriten, se funden, forman cascadas, provocan inundaciones y muchas veces desbordan su contenedor, que eres tú. Puede que te sientas volátil y veleta. Es que lo estás.

(...) Piensa en ti como en la víctima de un accidente que se aleja caminando del lugar del siniestro: tu vieja vida ha sufrido un choque y ha ardido; tu nueva vida aún no se ha hecho evidente. Puede que por un tiempo sientas que te falta el vehículo. Limítate a seguir adelante a pie.


Julia Cameron

20 de abril de 2020

Esas ovejas que nos balan dentro...



Imán que atrae la vibración que en los sentidos

se dispersa como fibras de árboles rasgados 
por el picoteo de las aves. Son estas las ficciones 
que unidas tejen la cuerda para reconstruir el episodio
porque todo lo atraído responde a la tenue bondad
de esas ovejas que nos balan dentro.
No estoy sino en esas visiones del instante
en que los resplandores combaten a las nubes
y comienza la calma a torturar la sangre de las horas
que han decidido custodiarnos.
Se nos pega en la piel el ritornelo del ave nocturna
que intenta desmayarnos por el miedo
de caer en esta ausencia que hiere
con su espina de remembranza alucinante.
Ay, que doler ese verano pálido que nos cierra los ojos,
cuando pasa trayéndonos la playa, la música y el campo,
de tanta esencia derramada en los aires que fueron.
Y este poema que no quiere llorar.
Y este poema

Carmen Serrano Coello

19 de abril de 2020

Tenemos un zoológico que domar...

Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño , es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia.Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer.La gente no entendía cómo era posible que tuviera tanto trabajo en su retiro. A lo que les contestó:
"Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león".
"No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?"
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron. “Estos animales los llevamos dentro”
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que entrenarlos para que sólo se lancen sobre presas buenas. SON MIS OJOS
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir. SON MIS MANOS
Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las situaciones difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta. SON MIS PIES
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño. ES MI LENGUA
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber.Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día. ES MI CUERPO
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso. Ese… ES MI CORAZÓN.

18 de abril de 2020

Alejandro Magno

Alejandro Magno tenía siempre en cuenta tres cosas antes de ganar una batalla. En primer lugar, planeaba meticulosamente su estrategia para avanzar con sus tropas. En segundo lugar, tiraba por la borda todos los planes que había hecho si tenía la más mínima sospecha de estar equivocado, y lo hacía sin remordimientos, al contrario, sentía la grandeza de haberse dado cuenta a tiempo de su error y lo subsanaba haciendo nuevos planes. En tercer lugar, Alejandro confiaba en la ayuda de los dioses.
Es bueno que tengas fe y confianza en ti mismo y en que puedes evolucionar. Aunque te sientas como si estuvieras en un puente colgante, sin querer dar marcha atrás y sin el valor suficiente para ir hacia delante, confía.
Nadie mejor que tú para decirte a ti mismo que todo es posible.

17 de abril de 2020

El Credo de Buda

- No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos.
- No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo crean.
- No creáis en nada porque así lo hayan creído los sabios de otras épocas.
- No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os lo inspira.
- No creáis en lo que dicen las sagradas escrituras, solo porque ellas lo digan.
- No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano.
- Creed únicamente en lo que vosotros mismos hayáis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen del discernimiento y a la voz de la conciencia.

15 de abril de 2020

A veces

A veces en quien menos crees...
es quien más te enseña
Y a quien menos le das
es de quien más recibes.

A veces donde menos buscas
es donde más encuentras
Y de quien menos esperas
es quien más te entrega.
A veces en quien menos piensas
es quien más te recuerda
Y a quien menos amas
es quien más te perdona.

14 de abril de 2020

Luz

Donde hay luz también existe la sombra. ¿Dejaré de amar la luz porque produce sombras?

Heinrich Lübke, filósofo.

12 de abril de 2020

Cuando...

Cuando basta una palabra,
evitemos el discurso;
cuando basta un gesto,
evitemos las palabras;
cuando basta una mirada,
evitemos el gesto;
cuando basta un silencio,
evitemos incluso la mirada.


Francisco Palazón.

11 de abril de 2020

La alondra y sus pequeños



Una alondra había hecho su nido a principios de la primavera en el joven trigo verde. Sus crías habían alcanzado casi todo su desarrollo y conocían el uso de sus alas y su cuerpo estaba ya lleno de plumas, cuando el dueño del campo, revisando su cosecha madura, dijo:
--Ha llegado el momento en que debo pedir a todos mis vecinos que me ayuden con la cosecha.
Una de las alondras jóvenes oyó su decir y lo relató a su madre, preguntándole a que lugar deberían moverse para su seguridad.
--No hay ninguna necesidad para moverse aún, mi hija-- contestó; --el hombre que busca a sus amigos para ayudarle con su cosecha no está realmente preparado.
El dueño del campo vino otra vez unos días más tarde y vio que el trigo empezaba a mostrar exceso de madurez. Él dijo:
--Vendré yo mismo mañana con mis trabajadores, y con tantas segadoras como pueda alquilar, y entraré a cosechar.
La alondra madre al oír estas palabras le dijo a sus hijas:
--Ahora sí es el momento para partir, mis pequeñas, ya que el hombre sí lo hará esta vez; él ya no pedirá a sus amigos manejarle su cosecha, sino que cosechará el campo él mismo.

Si quieres que lo que planeas salga como tú quieres, manéjalo tú mismo.

Jean de la Fontaine

9 de abril de 2020

Melancolía

Tarde tranquila, casi
con placidez de alma,
para ser joven, para haberlo sido
cuando Dios quiso, para
tener algunas alegrías... lejos,
y poder dulcemente recordarlas.

Antonio Machado

8 de abril de 2020

Profecía de los indios Cree

Sólo cuando se haya talado el último árbol;
sólo cuando se haya envenenado el último río;
sólo cuando se haya pescado el último pez;
sólo entonces, descubrirá el hombre blanco que el dinero no es comestible.

30 de marzo de 2020

Disfruta de lo sencillo



Ser consciente de los deleites sencillos y sensuales con los que nos regala la vida remueve y renueva el alma y el cuerpo. Para aumentar la conciencia del placer es útil pasar revista al final del día, preguntándote: “¿De qué he gozado hoy?”. No dejes de hacerlo: al repasar los pequeños y grandes placeres que hemos tenido, descubrimos que son muchos más de los que pensamos; desde ese alto en la mañana para paladear una naranja exquisita, hasta la sonrisa cómplice que nos mandó el compañero o compañera que nos gusta o el olor del pastel que nos había preparado mamá.

El placer consciente tiene mucha importancia porque desarrolla en nosotros la idea de que el mundo es un lugar hermoso donde vale la pena vivir, nos produce sentimientos de abundancia, de gratitud y de ser merecedores de lo que nos da la vida. Y disuelve las creencias limitadoras, del estilo de “esto es un valle de lágrimas”, “hay que ganar todo con esfuerzo” o “la letra con sangre entra”.

Concentrarse en el “aquí y ahora”
Estamos tan habituados a los prodigios de cada día que no reparamos en ellos. Para disfrutar de algo plenamente, es vital que nuestra atención esté “aquí y ahora”.
Además:

Haz lo que te gusta. Elige tu propia música, lee tus libros preferidos, pasea cada día. Apúntate a un curso para desarrollar esa afición que te hace sentir a gusto contigo mismo. Por cortesía o por las circunstancias, desistimos a menudo de hacer lo que nos gusta y realmente queremos. Dedica más tiempo a las cosas que te procuran placer.

Interésate por todo.
La curiosidad por lo que nos rodea nos permite descubrir cosas fascinantes, infinidad de pequeños goces para disfrutar: el olor de un árbol en flor, el sonido de una voz que llega al corazón, el calor de tu hogar cuando llegas del trabajo.

Llénate de sensaciones.
Percibe la temperatura del aire que roza tu piel, el tacto envolvente de la ropa, las formas de las cosas que tocas, la consistencia del suelo que pisas y la textura de los alimentos que pruebas. Además de ofrecerte infinidad de pequeños placeres, te ayudará a conocer mejor lo que prefieres y rechazas.

Reenfoca tu atención.
Para disfrutar de algo plenamente, resulta vital que tu atención no esté dividida o dispersa, sino concentrada en una sola cosa: aquí y ahora. Si escuchas música, haz sólo eso y abandónate; si comes, céntrate y disfruta de los sabores que percibe tu paladar...

29 de marzo de 2020

Una fruta para tres

Tres hombres estaban extraviados en la montaña y solo tenían una pieza de fruta para alimentarse. Cuando ya habían perdido toda esperanza de que alguien les rescatase y el panorama que se les planteaba era desolador, se les apareció un genio y les dijo que pondría a prueba su inteligencia con una sola pregunta y, dependiendo de cuál fuese su respuesta, les salvaría.
La pregunta fue la siguiente: "¿Qué me pediríais para resolver vuestro problema y poder alimentaros todos?". Y el primero de los montañeros dijo: "Yo te pediría que hagas aparecer más comida". El genio le respondió que ésa no era una respuesta sabia, pues no hay que pedir que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino aprender a trabajar con lo que se tiene. El segundo hombre le propuso esto: "Haz que la fruta crezca y sea suficiente para los tres", a lo que el genio se negó, pues por mucho que la aumentase no sería nunca bastante para satisfacer la codicia humana. Finalmente, habló el tercero: "Aunque tenemos hambre y somos codiciosos, haznos pequeños para que la fruta sea suficiente". Al genio le brillaron los ojos y le respondió: "Tú has dado con la clave. Solo siendo humildes y generosos de corazón alcanzareis la prosperidad".