8 de noviembre de 2020

Ejercitar la paciencia

Había una vez un hombre al que le habían ofrecido un destacado cargo oficial. Preocupado por la responsabilidad, el hombre se reunió con un amigo de la infancia y le puso al corriente de la situación. El amigo le dijo:
-Lo que te recomiendo es que siempre seas paciente. Es muy importante, no lo olvides nunca. Ejercítate sin descanso en la paciencia.
-Muchas gracias, te prometo que así lo haré- aseguró.
Mientras los dos comenzaban a disfrutar de un sabroso té, el amigo insistió:
-No olvides lo que te he dicho: adiéstrate en la paciencia.
-Lo haré, lo haré- repuso el ascendido.
Cuando iban a despedirse, el amigo añadió:
-Y recuerda que tienes que ser paciente...
Entonces, el hombre, exasperado, exclamó:
-¡Me tomas por un estúpido! Ya lo has dicho varias veces. Deja de una vez de advertirme sobre lo mismo.
El amigo se limitó a sonreír y el hombre comprendió inmediatamente el motivo: sin darse cuenta había agotado su paciencia. Algo avergonzado, abrazó a su amigo y le agradeció esta gran lección.

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